jueves, 17 de junio de 2010

La Cacería...

Mire el reloj una vez mas, ya casi había pasado una hora desde que mi blanco entrara en la pequeña -pero muy saturada- taberna, indudablemente en busca de una presa. Lo había estado siguiendo desde hace un par de horas, desde que uno de los “sabuesos” en el área lo había identificado y se lo había notificado a sus superiores. Y si bien el mismo Franco Castiglione  mostró su interés en encargarse del problema, preferí hacerlo en persona.

Vladimir debía ser muy tonto o muy osado  para exponerse de esta forma en una ciudad donde se le había declarado anatema, y se habían liberado todas las restricciones para su caza. O Tal vez se sentía confiado, demasiado confiado, del poder de su nuevo amo. De un modo y otro, el buscar alimento en un área tan popular de la ciudad había sido una acción simplemente estúpida. Si bien ya se me habían presentado un buen par de oportunidades para eliminarlo, había preferido esperar un poco, con la esperanza de que al seguirlo pudiese obtener algo de información sobre su actual señor. 

Volví a mirar el reloj, solo habían pasado uno pocos minutos desde que lo viera por ultima vez y empezaba a sentirme impaciente. Si bien suelo ser un cazador muy calmado, la verdad es que en ese momento hubiese preferido encontrarme en otro lugar. Alejandra debería llegar esta noche a Londres, y aunque me hubiese encantado recibirla, me vi obligado por culpa del deber a relegar esa tarea en manos de Helena. Al pensar en dicho encuentro no pude menos que sonreír, mi pequeña “hermanita” había demostrado en más de una ocasión su desagrado por “esa bruja”, a la que consideraba “una mala influencia” para mí. Sin embargo, sabia que -motivada por su férreo sentido del deber- la trataría  con la máxima diplomacia posible. Y la tensión que le ocasionaría dicho  encuentro,  junto con la reacción de Alejandra al contemplar a mi pequeño y desagradable clon, eran algo que yo consideraba digno de ver.

En ese momento Vladimir salió del bar, sacándome de mis pensamientos. Venia solo, y la agria expresión de su rostro delataba que había sido incapaz de conseguir una victima en el lugar. Dio un ligero vistazo a su alrededor, y se encamino hacia uno de los callejones cercanos. Espere un momento, a que hiciera la distancia suficiente, para salir de mi escondite y seguir sus pasos. La cacería empezaba una vez más.

Lo seguí durante varios minutos a lo largo de varios callejones cercanos, al principio su andar entre las callejuelas me pareció aleatorio, pero luego de unos instantes note que siempre se mantenía en la misma dirección, por lo cual pude suponer que se dirigía hacia un lugar especifico pero no perdía la esperanza de poderse alimentar de camino hasta allí. Sin embargo la suerte parecía no favorecerle esta noche, y su cacería seguía resultando infructuosa.

A medida que le seguía mis pensamientos volaron nuevamente hacia Alejandra. Ha estas alturas de la noche debía encontrarse ya en la ciudad, incluso pudiese que se encontrara en estos momentos en la torre del ayuntamiento. Pensé en lo interesante que podría resultar el encuentro entre un par de antiguos de la talla y el talante de Abrahan y Maximillian, y maldije en silencio una vez más a este ruso traidor por mantenerme alejado de tamaña escena. Pero aun eso me resultaba de poca importancia frente a la oportunidad de ver nuevamente a Alejandra. Habían pasado muy pocos días, desde la última vez que la ví, el día en que regrese de Paris, pero aun así me sentía ansioso de verla. Si bien en los más de 10 años transcurridos entre nuestro último encuentro en New York y nuestro muy reciente encuentro en Paris pude acostumbrarme a su ausencia, ahora, al saberla tan cercana  me llenaban de unas ganas terribles de volver a verla.

Vladimir disminuyo el paso al acercarse a una construcción bastante reciente y muy bien lograda, con clase, una suerte de templo de alguna secta contemporánea por lo que pude leer rápidamente, que sin embargo no mostraba en su fachada ningún grado de ostentación. Saco de uno de sus bolsillos una llave y se acerco a una de las puertas laterales. Satisfecha mi curiosidad, conciente de la idoneidad del momento, me dispuse a atacarle aprovechando su estado de distracción. Sin embargo, cuando los primeros centímetros de mi katana empezaban a salir de la funda, mi aguzado sentido del peligro me alerto del ataque inminente. Sin darme tiempo para reaccionar de forma adecuada, una sombría figura se materializo de la nada, a mi lado,  lanzando un corte hacia mi pecho.

De manera instintiva invoque los poderes de la sangre para acelerar mi movimiento, y gire mi cuerpo intentando evadir el golpe. La punta de la hoja realizo un corte poco profundo en mi hombro izquierdo, pero para mi creciente sorpresa otra silueta sombría apareció a mis espaldas, y pude sentir el frió acero perforando uno de mis pulmones. Habiendo superado la sorpresa, me dispuse a contraatacar. Si bien este segundo corte fue más grave que el primero aun me encontraba lejos de mi límite; pero el verme superado en número por un adversario hábil me causaba algo de preocupación, así que lo primero que había que hacer era acabar con esa ventaja del enemigo.

Di un paso lateral, para salir del medio de mis adversarios, y llame nuevamente a la sangre, esta vez para aumentar la fuerza de mi cuerpo. Concentre toda mi atención en el que me había atacado por la espalda, y adelantando uno de mis pies gire ligeramente mi torso a la vez que desenvainaba mi espada, para atacar en un solo movimiento fluido, poniendo toda mi fuerza física y voluntad en hacerlo a la mayor velocidad posible. El ataque resulto terriblemente eficiente, y puede ver como mi arma se hundía profundamente en uno de los costados de mi oponente, para luego salir limpiamente por el otro. Su compañero pareció no prestar mucha atención a esto, y procedió a atacarme nuevamente, lanzando una estocada recta  hacia mi corazón. Logre desviar parcialmente el ataque, pero nuevamente fui herido, aunque de poca gravedad.

La suma de todas las heridas empezaba ya a pasarme la cuenta de cobro, así que esta vez preferí curarme a  potenciar mis habilidades, y me concentre en esquivar sus ataques. Lance un corte descendente al hombre derecho, esquivé un tajo dirigido a mi abdomen, y finalmente traspasé el cuello de mi oponente de extremo a extremo con la punta de mi katana. 

El cuerpo de mi enemigo se desplomó al retirar la espada, pero le remate en el suelo solo para asegurarme. Al ver a mis dos adversarios caídos, me tome unos segundos para terminar de curarme y dirigí mi vista a la puerta en busca de Vladimir, pero este ya había desaparecido. Por lo poco que alcancé a notar en los acelerados segundos que duro la batalla, el traidor se encontraba tan o más sorprendido que yo por lo que sucedía, y es de suponerse que su reacción instintiva fue alejarse de la batalla entrando en el edificio. Si bien lo había perdido, me alegré de que hubiese tomado dicho curso de acción. De haberse sumado a la pelea, su superioridad numérica probablemente hubiese puesto la balanza en otro sentido, y las cosas probablemente no hubiesen terminado también para mí. Sin embargo, no había sido una persecución vana. Ahora sabía con claridad donde se ocultaba mi enemigo, y había logrado acabar con dos de sus guardias de elite, disminuyendo así sus fuerzas. De todos modos, estoy seguro que Donnovan y Abaddon no me hubiesen perdonado el que les quitara su presa y arruinara su venganza.

Darkcavalier7

3 comentarios:

El Negro dijo...

que gran relato don vicen que gran relato... es muy emocionante y atrayente, la primera persona es algo que no se puede generar mucho en el rol y menos por el master... pero complementa en muchas formas la historia y les da mas vida a los personajes... deberias continuar esta modalidad de tanto en tanto... seria muy intereesante....

Unknown dijo...

Un relato que brinda más cuerpo a la historia en desarrollo, lastimosamente no mataron al cobarde y pusilánime ruso. (solo por molestar)

Gracias, me gustó en particular el desarrollo de la pelea.

Unknown dijo...

al igual que el de mas arriba, muy entretenido.